miércoles, 12 de octubre de 2011

La política como producto

Allá lejos y hace tiempo la política era un tema de convicciones, de cerrados conceptos, de enemistades y diferencias insalvables.
Hemos crecido como sociedad, y hoy la política es otra cosa. Es un bien de cambio, algo que se vende mediante publicidades, que ávidamente consume una masa perdida en tener lo que sea antes que en saber o entender qué tiene finalmente entre sus manos.
Con el poder que el voto le da a la sociedad toda, es triste ver cómo se diluye en frases pergeñadas por publicistas inescrupulosos, a los que les da lo mismo vender medicamentos para la tos, fideos, inmuebles, yogures o tampones. Y, por supuesto, la gente compra como si de esas frases hechas y obviedades estuviera hecho el elixir de la vida eterna y la solución a todos los problemas.

Lo peor de todo es cuando se pasa de la discusión vehemente al ataque sin sentido, al insulto vacío fruto de la bronca por no tener la razón. Se puede reconocer el error, se pueden ver las posibles mejoras, pero no! En política te ponen rápido la etiqueta y despues te transforman en carne de cañón y la violencia no tarda en aparecer. 
Como si no fuera suficiente haber vivido las épocas más apáticas y corruptas de la democracia, y siendo parte de una generación de huecos que habían hecho bandera del "que se vayan todos" (sin plantear qué era lo que tenía que venir y reemplazar a lo viejo, y sin comprometerse a cambiar ese presente oscuro), ahora nos vienen con palabras de manual a querer vendernos nuestras propias sombras. Los espejitos de colores de los españoles, pero en versión 2.0. En la era de la comunicación, nuestras voluntades son oro y plata, y sus promesas los "regalos" de un nuevo mundo posible en la imaginación de quienes no pueden ver ahora que el cambio es posible, si se trabaja.
A las fotos photoshopeadas hasta el asco se le agregan spots publicitarios irrisorios, que tratan de englobar a la mayoría, pero que se olvidan de brindar una plataforma, una idea, un proyecto de gestión. A las convicciones las suplantan las volubles palabras del candidato de turno, que lo mismo insulta a su opositor como engaña al público con datos poco claros o falaces. Todas soluciones mágicas y ninguna propuesta seria. 
Con esto nos encontramos a días de la votación más importante para nuestro país. Hay gente que sigue quejandose porque los obligan a votar. Hay gente que sigue enojada porque no le va mejor. Hay gente que simplemente envidia y no puede contener un peligroso deseo de clases, de querer pertencer allá arriba, donde nada los puede tocar. Pero llega el momento en el que nuestra piel social se sensibiliza y tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Y éste momento es en el que debemos recordar lo que nos costó poder llegar a discutir con libertad, quejarnos si lo deseamos, o simplemente hacer nada.

Si resta decir algo, es sólo que la información nos hará libres. Debemos investigar para saber y tomar una decisión que nos deje conformes y tranquilos con nosotros mismos.

Lejos de ésta realidad hay otras, a veces con una pared de por medio. Acerquemos las diferencias para enriquecernos y no perdamos de vista que somos responsables de esto, y de todo lo que venga de ahora en más.

lunes, 3 de octubre de 2011

El poder de la palabra

Las cosas dichas son efímeras, pero poderosas. La opinión se forma con tantos pixeles de la realidad, la experiencia y la propia idea que se tiene sobre un tema en particular, que muchas veces se nos pierde de vista lo complejo que es decir "esto me gusta". Por qué nos gusta eso y no otra cosa? Dónde se funde el presente con el pasado, los mensajes externos con la apreciación personal, lo interno con lo absoluto del afuera?
Yo creo que hay divisiones en esto de la opinión: el que habla por hablar sin saber demasiado y sin darle importancia al que dirán y el que habla sintiendo que su opinión es irrefutable y que todos los demás son seres ínfimos que le deben rendir pleitesía. Tambien está quien busca lo que decir, para que no sea sólo una fachada de supuesto conocimiento. El contenido, en estos casos, es lo que hay que valorar, porque es tan sencillo decir que cuando algo tiene sentido realmente asombra.
Se repite tanto el formato "yo hablo, total!" que agota. Y entre tanto de lo mismo, hay que hacerse un espacio para poder definir qué se dice, cómo se dice y porqué se dice. 
Des éste espacio sostenemos el contenido, pero tambien la forma en que se lo expresa. Es todo parte de la comunicación, cuándo llegará el día en el que realmente nos conectemos con lo somos?