viernes, 27 de enero de 2012

Mundos diferentes

Vivo en medio de mundos diferentes.
Por un lado, trabajo por mi cuenta, con mis tiempos, desde mi casa la mayoría de las veces. Por otro lado, trabajo en la noche, y muchas veces me invitan o debo ir a eventos nocturnos en donde forzosamente tengo que contactarme con gente que poco tiene que ver conmigo.



Quisiera decir que soy una mezcla de ambas cosas, pero no es así. Sinceramente, soy más parecida a alguien tranquilo que ocasionalmente tiene la oportunidad de pasar música, algo que me hace muy feliz, pero que me obliga a codearme con aquellos que yo denomino "posers".


Ok, ya hablamos de ellos. Pero quiero contar algo desde otro lado.
Ayer fui a la presentación de Kekanto Argentina, invitada por Marina Ponzi. Llegué tarde a La Fábrica del Taco y la gente ya estaba agrupada, charlando, comiendo y bebiendo en un patio mexicanísimo y muy bonito. Me es difícil hablar con quienes no conozco, así que saludé a Marina y me puse a twittear dónde estaba y demás. Reconocí a un par de personas que sigo en esa red social, pero claro que no me animé a hablarles.



Qué linda es La Fábrica del Taco!


En un rato de estar ahí, se me acercó gente y realmente la pasé muy bien. Descontando que la mayoría ya se conocía de otros empleos, vivencias comunes y demás. Me sentí fuera de lugar un par de veces, pero me reafirmé en la idea de que debía estar ahí por muchas razones (laborales, principalmente). Disfruté esa hora y media, y partí con alegria a le Bar a ver a *Terribles Enfants, la segunda banda de mi macho.


El evento en su apogeo

Entrar en Le Bar fue como un golpe de aire caliente cuando salís de un lugar acondicionado. El ambiente y el local son lindos, lo que me fastidió es LA GENTE. "La gente" como las chicas que hablaban de sambar en el baño, que se miraban la ropa una y otra vez, los jovenes cool que tomaban tragos caros pero usan remeras del Ejército de Salvación, los músicos cancheros que va al baño a esnifar talento en polvo y no agradecen.  Ese tipo de gente que no te mira, que cuando pasás por al lado tenés que hablar en voz muy alta porque para ellos no existís. Si no sos igual, o estilísticamente superior, directamente no te registran.
Es tanta la mediocridad que se respira en un lugar en el que sólo se aparenta, pero jamás se es, que salí bastante aliviada de ahí. No estar adentro era genial. Es más, ni la puerta zafaba, no estar en el radio cercano de esas personas me pareció sano.
Lo recatable de la noche fue, con seguridad, el recital poderoso de los Enfants con Pax como bajista invitada, donde tanto Juan como Seba mostraron lo que valían y nos dejaron pidiendo más. La próxima queremos bis!!!

Con todo esto que me pasó, me planteé algunas preguntas: cuántas personas nos dicen que el mundo laboral es malo y feo? Que cuando trabajamos perdemos algo de nosotros? Pero qué hay de individual y único en ver repetidos los mismos vestidos, los mismos peinados y las mismas miradas vacías en una noche apócrifa? Y qué tiene de malo hacer realmente lo que te gusta y disfrutar en compañía de gente que acciona de la misma manera?

Finalmente, desde cuándo poder hacer lo tuyo es menos que parecer que sos algo o alguien?

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